¿Por qué Rusia lanza una nueva espiral de agresión contra Ucrania?
Hoy la sociedad está preocupada por las publicaciones sobre la inusual actividad militar de Rusia cerca de las fronteras con Ucrania, y los expertos están tratando de dar evaluaciones más o menos adecuadas de tales acciones por parte del Kremlin y responder a la pregunta: "Se atreverá Vladímir Putin invadir abiertamente?".
Para responder a esta pregunta, debemos comprender: "¿Por qué se está produciendo una escalada precisamente ahora?". Después de todo, a finales del año pasado, todos vimos algunos avances en la promoción de las iniciativas de paz del presidente, Volodymyr Zelensky, y hablamos sobre el resultado principal: salvación de vidas. Entonces, ¿qué salió mal?
Hasta hace poco, el tema clave para Rusia y sus círculos políticos ha sido la sucesión, las personalidades que llegarán al poder después de que Putin se vaya. Al final, Vladímir Putin no pudo irse y el tema se resolvió de forma sencilla mediante el mecanismo de eliminación de la restricción en el número de los mandatos presidenciales. Sin embargo, entre las élites rusas, esto provocó durante algún tiempo una escalada del enfrentamiento (competencia entre las llamadas "torres del Kremlin"), que se manifestó en "intentos de chantaje". A medida que aumentaba la indignación rusa por la escala de malversación de fondos estatales y la arbitrariedad de los funcionarios, el movimiento de protesta creció en el país (por envenenamiento y arresto de Navalny, protestas en Jabarovsk y otros actos locales de resistencia). Como resultado, durante la primera mitad de 2021, Rusia, de facto, estaba atravesando una crisis.
Esto coincidió con las complicaciones de la política exterior cuando Biden llegó al poder en Estados Unidos y las expectativas de Rusia de que la política de la nueva Administración estadounidense hacia Rusia sería más dura y que habría dificultades insuperables para el proyecto Nord Stream 2. En busca de una "respuesta asimétrica", Vladímir Putin optó por demostrar una fuerza militar que el mundo observó en marzo y abril de 2021.
Pero, a principios de junio, la situación cambió: el movimiento de protesta fracasó, tuvo lugar la "victoria" final sobre Navalny, se celebró la reunión entre Putin y Biden en Ginebra (el 16 de junio de 2021). El nerviosismo disminuyó y los dirigentes rusos aprovecharon inmediatamente la oportunidad para articular los principios de su política exterior. Los artículos/entrevistas de Vladímir Putin, Dmitri Medvedev, Nikolái Patrushev, Serguéi Naryshkin y Serguéi Lavrov se publicaron uno tras otro.
Estos son los siguientes materiales:
● Vladímir Putin: "Sobre la unidad histórica de rusos y ucranianos" con fecha de 12 de julio de 2021; discurso en la sesión plenaria del foro internacional "Semana de la energía de Rusia"; entrevista con CNBC del 13 de octubre de 2021; discurso en la reunión del club de debate "Valdái" del 21 de octubre de 2021;
● Dmitri Medvedev: artículo "Por qué los contactos con los actuales dirigentes ucranianos no tienen sentido" del 11 de octubre de 2021;
● Serguéi Naryshkin: entrevista con Dmitri Soloviev del 1 de agosto de 2021, con "Russia Today" del 26 de septiembre de 2021;
● Nikolái Patrushev: entrevista con “Izvestia” (del 19 de agosto de 2021), con el semanario "Argumenty i Fakty" "Reacción en cadena del caos. Sobre alianzas y valores ajenos a Rusia” (21 de septiembre de 2021);
● Serguéi Lavrov: artículo "Sobre leyes, derechos y normas" del 28 de junio de 2021, discursos durante el VII Congreso Mundial de Compatriotas del 15 de octubre de 2021 y el Foro “Valdái” del 19 de octubre de 2021, entrevista con el canal de televisión “Rossiya 24” del 01 de octubre de 2021.
La base del enfoque ruso es la idea de conservadurismo moderado expresada por Vladímir Putin en el Valdái (el 21 de octubre de 2021) como el principio más razonable, según los dirigentes rusos, en las relaciones de los jugadores en las condiciones de cambio en curso de orden mundial. Pero, en esencia, tal conservadurismo se reduce a la idea de dividir el mundo (una índole de la Conferencia de Yalta 2.0) en zonas de influencia entre los fuertes frente a una amenaza del caos global. Con este enfoque y teniendo en cuenta la visión rusa, Ucrania, como otros a los que se llama países "postsoviéticos", quedan incondicionalmente en la zona de influencia exclusiva de Rusia. En este caso, la voluntad de los pueblos (ucranianos, bielorrusos o kazajos) ya no importa, porque el derecho a decidir pertenece exclusivamente a los "fuertes del mundo", que se adhieren al principio de "el ganador se lo lleva todo".
De hecho, Rusia probó el principio de "el ganador se lo lleva todo" en Chechenia, Georgia y al intentar anexionarse la República Autónoma de Crimea.
En esta imagen idealista rusa del nuevo mundo, el factor más irritante es Ucrania, que durante muchos años ha sido un obstáculo para que Rusia resuelva sus tareas, y por lo que, en la interpretación del Kremlin, "las relaciones de Rusia con Occidente se han deteriorado". Esta percepción también fue facilitada por la política exterior activa de Ucrania, incluyendo la promoción de la "Plataforma de Crimea".
¿Cómo ve el régimen de Putin formas de eliminar el "obstáculo denominado Ucrania"?
Los actuales dirigentes de Rusia consideran que su misión es la restauración el territorio de la "Rusia histórica" en, por lo menos, los límites de su núcleo, como lo veía Aleksandr Solzhenitsyn ("Cómo reorganizar Rusia"), la formación de las superetnías rusas según la teoría de la pasión de Gumilev, la garantía del dominio de la rusofilia y el mesianismo del pueblo de la Gran Rusia en la visión de Nikolái Berdiaev ("El destino de Rusia") e Iván Ilyin.
Vimos el existencialismo de este enfoque de las actuales autoridades rusos cuando estas últimas presentaron la narrativa "Crimea es nuestra" y mantuvieron el posterior apoyo artificial de "euforia" en la sociedad rusa sobre el "unificador de las tierras de la Rus".
Putin no se está haciendo más joven, su tiempo se está acabando y los recursos de Rusia no son ilimitados. Todo esto se acerca al momento en que Moscú puede presentar la cuestión en los términos más duros: "ahora o nunca".
En este contexto, la cita de Nikolái Berdiaev sobre la guerra es digna de mención: “La guerra puede traer grandes beneficios a Rusia, no sólo materiales, sino también espirituales. Despierta un profundo sentido de unidad del pueblo, de la nación, supera las luchas internas y la enemistad, ajusta las cuentas pequeñas de los partidos, resalta el rostro de Rusia, forja un espíritu valiente. La guerra expone las mentiras de la vida, desvela, derroca falsos santuarios. Ella es una gran reveladora".
Un incentivo adicional para que el Kremlin sea más activo en el frente ucraniano es la necesidad de desviar inmediatamente la atención rusa de un debate sobre los fracasos de Rusia en la lucha contra la pandemia de coronavirus (como resultado de lo cual el gobierno ruso pierde el apoyo en Rusia y el prestigio internacional) hacia una conversación sobre el éxito de Rusia en la arena de la política exterior.
Por eso, una nueva ola de desestabilización se acerca a Ucrania, o, para ser más preciso, de turbulencias internas en todas las esferas que provienen desde el exterior. Esto incluirá:
► crisis energética según todos sus componentes. Rusia ya está recortando gradualmente el potencial de tránsito de Ucrania, reduciendo la posibilidad de suministro de gas en la dirección inversa a Ucrania y bloqueando el acceso a fuentes alternativas de gas natural. Desde noviembre, Moscú ha estado bloqueando la exportación de carbón térmico a Ucrania y, con pretextos artificiales, está bloqueando sus suministros desde Kazajstán (no proporciona vagones abiertos, separa trenes, etc.). El Kremlin ha permitido el suministro de energía eléctrica desde Belarús, pero en pequeños volúmenes, y, en el momento más crítico, puede dar el visto bueno a apagones y cortes de energía programados;
► protestas contra la vacunación contra la COVID. Ya ahora, a través de las redes sociales, los medios controlados, los agentes de influencia, los servicios de inteligencia rusos están tratando de socavar la confianza en la vacunación, mientras que las acciones de las autoridades ucranianas en la lucha contra la pandemia se presentan como un ataque a los derechos humanos. Piden lograr alivios a través de protestas masivas;
► desacreditación a gran escala de las autoridades ucranianas por diversos cargos: permanencia bajo el control total de Occidente, participación en actividades corruptas e incluso pertenencia a los servicios secretos rusos;
► incitación de las fuerzas radicales de derecha a luchar activamente (incluidas las manifestaciones y las protestas callejeras) contra la "ocupación interna" (especulación masiva sobre temas actuales, su presentación como resultado de la incompetencia del gobierno ucraniano y su descuido de los intereses nacionales), como además de la provocación de una histeria en torno al supuesto golpe de Estado inevitable en Ucrania en el primer semestre de 2022;
► uso de la fuerza armada. Lo más probable es que la participación real de las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa sólo será posible después de que se cree la imagen general de desestabilización total y se inicien los procesos de fragmentación de Ucrania. Por otro lado, las periódicas maniobras militares cerca de las fronteras de Ucrania y la amenaza de operaciones ofensivas (locales, a gran escala, incluido el uso del territorio de Belarús) se están convirtiendo gradualmente en un instrumento de mantenimiento constante de la atmósfera de nerviosismo en Ucrania. Al mismo tiempo, se está difuminando la línea entre el chantaje, la amenaza de una ofensiva y una preparación real, y en cualquier momento se puede encontrar un pretexto para la agresión militar;
► manipulación por medio de la situación de seguridad en la línea de contacto (controlando el 1º y el 2º Cuerpos de Ejército, la parte rusa tiene todo un arsenal de mecanismos para controlar el nivel de escalada). Al mismo tiempo, la Federación Rusa alimenta artificialmente el conflicto en el este de Ucrania suministrando armas, financiando los territorios ocupados temporalmente en las regiones de Donetsk y Lugansk y ejerciendo un control directo sobre las administraciones de ocupación títeres;
► puesta en juego de los ciudadanos rusos en los territorios ocupados temporalmente en las regiones de Donetsk y Lugansk (emisión masiva de pasaportes rusos a los residentes en los territorios ocupados temporalmente en las regiones de Donetsk y Lugansk por su “voluntad obligada", lo que va en contra de los compromisos internacionales de Rusia), así como una campaña activa para presentar a Ucrania como un "Estado terrorista".
Así, se crea un fondo para desestabilizar la situación en las regiones del sur y el este de Ucrania, cuyo punto máximo, según los "estrategas" rusos, puede haber en noviembre o diciembre de 2021 (convergencia de factores como energía, pandemia, sociopolíticos, así como la tentación de provocar el colapso del gas en la UE para acelerar la certificación del "Nord Stream 2"), o en el periodo de febrero a abril de 2022 (opción más probable, cuando el "punto de ebullición" de los ucranianos bajo la influencia de todas las acciones híbridas de la Federación Rusa puede ser el más alto).
Pero el enemigo no pasará. El potencial actual de Ucrania es aún mayor que a principios de 2014. No se trata sólo del nivel de capacidad del Ejército y los servicios especiales de Ucrania y su preparación (incluso moral y psicológica) para cualquier tipo de acontecimientos (desde la realización de operaciones defensivas hasta la de una maniobra de contraataque). Tomamos en cuenta el nivel sin precedentes de apoyo a Ucrania por parte de socios internacionales. De hecho, así lo demostró la reacción de Estados Unidos y la OTAN ante los hechos de la inusual actividad actual de las Fuerzas Armadas de Rusia en la frontera con Ucrania.
Esto en ningún caso debería ser motivo de autocomplacencia. Ucrania entiende claramente que el Kremlin no la dejará en paz, la desafiará constantemente, buscará nuevas herramientas y palancas de influencia para recuperar su influencia. Las tácticas de la parte rusa que se actualizan constantemente requieren que Ucrania busque nuevos enfoques para disuadir al agresor, en particular dentro de los límites de la llamada "fuerza razonable". En el contexto de la actual reacción abiertamente histérica del Kremlin a cualquier iniciativa o acción de Ucrania para proteger su soberanía, deberíamos adherirnos al principio de 'menos gritos, más acciones’, lo que implica minimizar las provocaciones fuertes contra el agresor, y, en cambio, centrarse en implementar medidas prácticas para acelerar y aumentar la eficacia de las reformas del sector de la seguridad y la defensa, así como un trabajo integral (en asociación con los socios) para corregir las posibles "vulnerabilidades", que podrían ser objeto de los esfuerzos destructivos de Rusia. Debemos implementar la fórmula de coexistencia con la Federación Rusa, que se basa en los principios de la Estrategia de Seguridad Nacional de Ucrania: contención, estabilidad y cooperación.
Ruslan Demchenko, primer vicesecretario del Consejo de Seguridad Nacional y Defensa de Ucrania
AV